Durante milenios y hasta la actualidad, el mar Mediterráneo ha sido una ruta marítima y comercial esencial. Los casi 90 puertos que tejen la red de comunicaciones entre sus aguas permiten un abastecimiento local, regional e internacional cuyas vulnerabilidades han quedado ahora expuestas ante la irrupción de una amenaza microscópica: el coronavirus.
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de las redes marítimas, la eficiencia de los puertos y la conectividad del interior del Mediterráneo ante situaciones de crisis.
Ante este panorama, Union for the Mediterranean (UFM) considera que la industria marítima debería centrarse en el fomento de la sostenibilidad y la capacidad de recuperación, incluso ante desastres ecológicos y pandemias como la del COVID-19, así como en el aumento de la eficiencia y las operaciones, para seguir siendo viable y competitiva en el mercado mundial.
“Debemos anticipar y vigilar las consecuencias de esta crisis y contribuir a construir el mañana mediante la aplicación de nuevas soluciones innovadoras y más integradas en la cuenca mediterránea, destinadas a hacer avanzar la transición ecológica, la renovación organizativa de las cadenas logísticas regionales –en particular mediante el desarrollo de los servicios de las Autopistas del Mar-, la transición industrial -incluso mediante la deslocalización y la re-regionalización de algunos sistemas productivos- y, por último, la mejora de las competencias y cualificaciones para hacer frente a todos estos cambios”, señala Hervé Martel, presidente de la Asociación MEDports y director general del Puerto Marítimo de Marsella.
Teniendo debidamente en cuenta la protección de la salud pública, subrayan los expertos, es imprescindible que los puertos sigan siendo plenamente operativos con todos los servicios, garantizando la completa funcionalidad de la cadena de suministro.
De cara al futuro, y ante la drástica reducción del tráfico marítimo, las autoridades han querido hacer un llamamiento a que gobiernos de toda la región apoyen el intercambio e implementación de buenas prácticas entre transportistas, puertos y operadores, fortaleciendo la red y evitando resultados catastróficos ante nuevas crisis.
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